Saturday, June 16, 2007

Saturday June 15, 2007

Kelly received his second chemotherapy treatment yesterday morning. So far so good, there have been no major adverse side effects and he has energy along with his appetite. He has said several times that he, “needs to loose a clump of hair or something to justify all this attention!”
On Thursday the Oncologist told us that Kelly has no immune system right now. His greatest current risk is contacting any sort of infection that his body will not be able to fight against. We are trying to live life as normal as possible, but also need to be wise about social outings and public interaction. Please pray for wisdom for Kelly and I as we work together to make the best decisions for his wellbeing.
My sister and her family are going home today. We are so thankful for their time here.
We are also thankful for your continued prayers.

1 Thessalonians 3:9 “How can we thank God enough for you in return for all the joy we have in the presence of our God because of you?”


In His embrace

5 comments:

Anonymous said...

So glad to hear you are home. We'll be praying for you and watching the blog for updates. Thanks for keeping us informed. Let us know if there is anything we can do.

It has been an encouragement to see God at work. We'll pray for his Mighty arms to be around you.

Praying for you in Bakersfield,
The Hodels

Paul said...

Kelly and Gabriela -
Tami just called and left a message to let us know what was going on... please be assured of our prayer for you. We intend for it to be daily!
We have read through the blog posts and feel a lot more up to speed - thank you for doing these. It is a very powerful way of loving all of us that love your family.
If there was ever an evening I wish we lived even a couple of hours away... this is it.
Keep depending on Him, "Mr. Rosenbloom."
We love you!
Paul and Susan Martin
(Toronto)

Anonymous said...

Kelly and Gabriela,

Paul M. dropped us a line and told us about your illness. Wow! Our hearts go out to you and your family. Please know that we will hold you up regularly to our Lord. How encouraging to read your updates and see the support from your family and friends! Also, thank you for posting the pictures of your family. They are adorable.
Lia and I were just reminiscing about the college pranks that you battled over. She still looks over her shoulder because of the rotten pumpkin in your bed.
-- We love you dearly and will continute to pray for you. We don't want to bother you, but please contact us if we can come visit.

Love, Wiley and Lia Kennedy

Anonymous said...

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija mas que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá».

¿Por qué la cruz?

Jesús, en el Evangelio, nos habla de la necesidad de tomar la propia cruz. Pero ¿cómo hacer comprender esta palabra a una sociedad, como la nuestra, que opone el placer? Partamos de una constatación. En esta vida, placer y dolor se suceden con la misma regularidad con la que a la elevación de una ola en el mar le sigue una depresión y un vacío capaz de succionar a quien intenta alcanzar la orilla. El hombre busca desesperadamente separar a esta especie de hermanos siameses, de aislar el placer del dolor. A veces se hace ilusiones de haberlo logrado, pero por poco tiempo. El dolor está ahí, como una bebida embriagadora que, con el tiempo, se transforma en veneno.

Es el mismo placer desordenado que se retuerce contra nosotros y se transforma en sufrimiento. Y esto, o improvisamente y trágicamente, o un poco cada vez, en cuanto que no dura mucho y genera hartura y hastío. Es una lección que nos viene de la crónica diaria, si la sabemos leer, y que el hombre ha representado en mil formas en su arte y en su literatura. «Un no sé qué de amargo surge de lo íntimo de cada placer y nos angustia incluso en medio de las delicias», escribió el poeta pagano Lucrezio.

El placer en sí mismo es engañoso porque promete lo que no puede dar. Antes de ser saboreado, parece ofrecerte el infinito y la eternidad; pero, una vez que ha pasado, te encuentras con nada en la mano.

La Iglesia dice tener una respuesta a este que es el verdadero drama de la existencia humana. Ha habido, desde el inicio, una elección del hombre, hecha posible por su libertad, que le ha llevado a orientar exclusivamente hacia las cosas visibles ese deseo y esa capacidad de gozo de la que había sido dotado para que aspirara a gozar del bien infinito que es Dios. Al placer, elegido contra la ley de Dios y simbolizado por Adán y Eva que prueban del fruto prohibido, Dios ha permitido que le siguieran el dolor y la muerte, más como remedio que como castigo. Para que no ocurriera que, siguiendo a rienda suelta su egoísmo y su instinto, el hombre se destruyera del todo a sí mismo y a su prójimo. (¡Hoy, con la droga y las consecuencias de ciertos desórdenes sexuales, vemos cómo es posible destruir la propia vida por el placer de un instante!). Así al placer vemos que se le adhiere, como su sombra, el sufrimiento.

Cristo por fin ha roto esta cadena. Él, «en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz» (Hb 12,2). Hizo, en resumen, lo contrario de lo que hizo Adán y de lo que hace cada hombre. Resurgiendo de la muerte, Él inauguró un nuevo tipo de placer: el que no precede al dolor, como su causa, sino que le sigue como su fruto; el que halla en la cruz su fuente y su esperanza de no acabar ni siquiera con la muerte.

Y no sólo el placer puramente espiritual, sino todo placer honesto, también el que el hombre y la mujer experimentan en el don recíproco, en la generación de la vida y al ver crecer a los propios hijos o nietos, el placer del arte y de la creatividad, de la belleza, de la amistad, del trabajo felizmente llevado a término. Todo gozo. La diferencia esencial es que es el placer en este caso, no el sufrimiento, el que tiene la última palabra.

¿Qué hacer entonces? No se trata de ir en busca del sufrimiento, sino de acoger con ánimo nuevo el que hay en la vida. Podemos comportarnos con la cruz como la vela con el viento. Si lo toma por el lado adecuado, el viento la hincha e impulsa la barca por las olas; si en cambio la vela se atraviesa, el viento parte el mástil y vuelca todo. Bien tomada, la cruz nos conduce; mal tomada, nos aplasta.



Publicado por «Famiglia Cristiana».

Anonymous said...

Kelly y Gabriela: (Maru)

Debemos reconocer que conviene tratar de hacer todo lo posible para mitigar los sufrimientos de la humanidad y para ayudar a las personas que sufren —son numerosas en el mundo— a llevar una vida buena y a librarse de los males que a menudo causamos nosotros mismos: el hambre, las epidemias, etc.

Pero, reconociendo este deber de trabajar contra los sufrimientos causados por nosotros mismos, al mismo tiempo debemos reconocer también y comprender que el sufrimiento es un elemento esencial para nuestra maduración humana. Pienso en la parábola del Señor sobre el grano de trigo que cae en tierra y que sólo así, muriendo, puede dar fruto. Este caer en tierra y morir no sucede en un momento, es un proceso de toda la vida.

Cayendo en tierra como el grano de trigo y muriendo, transformándonos, somos instrumentos de Dios y así damos fruto. No por casualidad el Señor dice a sus discípulos: el Hijo del hombre debe ir a Jerusalén para sufrir; por eso, quien quiera ser mi discípulo, debe tomar su cruz sobre sus hombros y así seguirme. En realidad, nosotros somos siempre, un poco, como san Pedro, el cual dijo al Señor: No, Señor, este no puede ser tu caso, tú no debes sufrir. Nosotros no queremos llevar la cruz. Queremos crear un reino más humano, más hermoso en la tierra.

Eso es un gran error. El Señor lo enseña. Pero Pedro necesitó mucho tiempo, tal vez toda su vida, para entenderlo. Porque la leyenda del Quo vadis? encierra una gran verdad: aprender que precisamente llevar la cruz del Señor es el modo de dar fruto. Así pues, yo diría que antes de hablar a los demás, nosotros mismos debemos comprender el misterio de la cruz.

Ciertamente, el cristianismo nos da la alegría, porque el amor da alegría. Pero el amor es siempre un proceso en el que hay que perderse, en el que hay que salir de sí mismo. En este sentido, también es un proceso doloroso. Sólo así es hermoso y nos hace madurar y llegar a la verdadera alegría. Quien quiere afirmar o quien promete sólo una vida alegre y cómoda, miente, porque esta no es la verdad del hombre. La consecuencia es que luego se debe huir a paraísos falsos. Precisamente así no se llega a la alegría, sino a la autodestrucción.

Sí, el cristianismo nos anuncia la alegría; pero esta alegría sólo crece en el camino del amor y este camino del amor guarda relación con la cruz, con la comunión con Cristo crucificado. Y está representada por el grano de trigo que cae en tierra. Cuando comencemos a comprender y a aceptar esto, cada día, porque cada día nos trae alguna insatisfacción, alguna dificultad que también produce dolor, cuando aceptemos esta escuela del seguimiento de Cristo, como los Apóstoles tuvieron que aprender en esta escuela, entonces también seremos capaces de ayudar a los que sufren.



S. S. Benedicto XVI a un seminarista que le pregunta como servir a los que sufren
17 Feb, 2007